viernes, junio 29, 2007

Sonetos - William Shakespeare

¿Debo compararte a un día de verano?
Tú eres más adorable y mejor templada:
Tormentosos vientos sacuden los suaves brotes de Mayo
Y el arriendo del verano vence en fecha demasiado corta:
Demasiado ardiente a veces brilla el ojo del cielo
Y a menudo está velado su dorado semblante;
Y toda belleza alguna vez decae de su estado,
Despojada por el azar o el mudable curso de la naturaleza;
Pero tu eterno verano no se desvanecerá
Ni perderá la posición de tu belleza;
Ni la Muerte podrá envanecerse de que caminas en su sombra,
Cuando tú crezcas en el tiempo en versos eternos:
Mientras los hombres respiren y los ojos vean,
Así vivirá esto y a ti te dará vida.

No permitáis que ante la unión de espíritus fieles
Yo admita impedimentos. No es amor el amor
Que se altera cuando se enfrenta a cambios,
O tiende a separarse del que se separa;
¡Oh no! Es un faro inamovible
que mira las tempestades y nunca es sacudido;
es la estrella para toda nave errante,
cuyo valor es desconocido aunque se mida su altura.
El amor no es juguete del tiempo, incluso si rosados labios y mejillas
Son alcanzados por su corva guadaña;
El amor no se altera en breves horas ni semanas,
Sino que resiste aun hasta el abismo final.
Si esto es error y en mi se pruebe,
Ni he escrito, ni jamás ningún hombre ha amado